Bicicletas y Transantiago.
Me costó un culo llegar a casa de la Chica en bicicleta. Se le ocurrió que podría pasar a buscarla y así dar una vuelta.
Así que sin más en la mañana (cerca de las 10) la tomé y me asomé a para tomar algo hasta Alameda (bicicleta al hombro) y desde ahí pedalear hasta su casa.
Directo desde mi casa en bicicleta?.. no way!
Me encontré con el estreno de los nuevos buses y realmente no los noté muy interesados en abrir una de sus puertas traseras para llevar a un bicicletudo. Además iban muy llenas y a paso lento.
Al contrario de lo que pensaba, quizás por mis medios llegaría más temprano.
Pero no quise averiguarlo, tomé un colectivo, echamos la bicicleta atrás y cancelé la tarifa más el derecho al uso de maletero. En unos minutos ya estaba pedaleando por Alameda (por la calzada of course) y observando desde fuera como funcionaba el Transantiago.
Bueno, como ya no dábamos más fuimos en micro en busca de cheesecake. Estuvimos cerca de 30 minutos en Pedro de Valdivia (arteria que por lo general problemas de locomoción no tiene) esperando un bus abordable y que nos sirviera para llegar a Santa Lucía. De nuestro viaje, tanto de ida como de vuelta sacamos algunas conclusiones.
Primera novedad: Las máquinas son educadas, paran y hacen una suerte de bajada reverencial, a modo de saludar al pasajero y, eventualmente, permitirle un abordaje más cómodo.
Segunda novedad: El cobrador automático, contrariamente a lo que tanto se había vaticinado, no estaba funcionando. Seguía a el conductor a cargo del cobro, como si estar a cargo de una nave articulada, de 20 metros de largo en Santiasco fuera nada.
Tercera novedad: El silencio, quizás se deba a que las máquinas son nuevas, el caso es que el pasajero del ultimo asiento ni siquiera se entera de los cambios de marcha, de hecho... ni el propio chofer lo nota.
El trasvasije desde un sistema al otro debería ser sencillo, pero como la dictadura de los tractores amarillos duró tanto tiempo acabó volviéndose un paradigma difícil de romper. De hecho, ese paradigma parece ahogar el sentido común con el que el usuario debería enfrentar este nuevo servicio y su marcha blanca.
Es de esperar también que al nuevo sistema se le dé el mismo trato de “respeto comunitario” que se le da al metro, muchos de los subnormales que se sentirán hiperealizados rayando este bien público olvidan que lejos de validar alguna tribu urbana o actuar contra el sistema, solamente están dando buenos motivos para subir el monto del pasaje.
También es deseable que en algún minuto demostremos que bajamos del árbol y nos acostumbremos a que semejantes máquinas no pueden parar donde nosotros deseemos por cuando eso significaría tener dos millones de paradas potenciales para una máquina de 30 toneladas a 50 Kmh, lo que no es de ninguna forma seguro.
Así, vemos como nace un intento más basado en la confianza de creer que el Chileno, al contrario de lo que demuestra, es menos bestia... o al menos puede redimirse.
Volvimos a casa hace poco rato. Estamos algo mareados porque cambiamos el cheesecake por unas cervezas.
Ahora vamosd av er una película antes de acostarnos. Está actuada por Geraldine Chaplin. Acá interpreta a Sor Teresa y la pasan en vigilia para la canonización del Padre Hurtado.
El papel le queda perfecto, Como es una chica huesuda y terriblemente gestual le da forma a un personaje encantador con su cuerpo frágil proyectando infinita fuerza.
Aunque por otra parte, Geraldine tiene una innegable cara de cuica, lo que la hace ver extraña, algo similar a lo que ocurriría viendo a Cruz-Coke interpretando a Verdejo de Topaze... freak.
Así que sin más en la mañana (cerca de las 10) la tomé y me asomé a para tomar algo hasta Alameda (bicicleta al hombro) y desde ahí pedalear hasta su casa.
Directo desde mi casa en bicicleta?.. no way!
Me encontré con el estreno de los nuevos buses y realmente no los noté muy interesados en abrir una de sus puertas traseras para llevar a un bicicletudo. Además iban muy llenas y a paso lento.
Al contrario de lo que pensaba, quizás por mis medios llegaría más temprano.
Pero no quise averiguarlo, tomé un colectivo, echamos la bicicleta atrás y cancelé la tarifa más el derecho al uso de maletero. En unos minutos ya estaba pedaleando por Alameda (por la calzada of course) y observando desde fuera como funcionaba el Transantiago.
Bueno, como ya no dábamos más fuimos en micro en busca de cheesecake. Estuvimos cerca de 30 minutos en Pedro de Valdivia (arteria que por lo general problemas de locomoción no tiene) esperando un bus abordable y que nos sirviera para llegar a Santa Lucía. De nuestro viaje, tanto de ida como de vuelta sacamos algunas conclusiones.
Primera novedad: Las máquinas son educadas, paran y hacen una suerte de bajada reverencial, a modo de saludar al pasajero y, eventualmente, permitirle un abordaje más cómodo.
Segunda novedad: El cobrador automático, contrariamente a lo que tanto se había vaticinado, no estaba funcionando. Seguía a el conductor a cargo del cobro, como si estar a cargo de una nave articulada, de 20 metros de largo en Santiasco fuera nada.
Tercera novedad: El silencio, quizás se deba a que las máquinas son nuevas, el caso es que el pasajero del ultimo asiento ni siquiera se entera de los cambios de marcha, de hecho... ni el propio chofer lo nota.
El trasvasije desde un sistema al otro debería ser sencillo, pero como la dictadura de los tractores amarillos duró tanto tiempo acabó volviéndose un paradigma difícil de romper. De hecho, ese paradigma parece ahogar el sentido común con el que el usuario debería enfrentar este nuevo servicio y su marcha blanca.
Es de esperar también que al nuevo sistema se le dé el mismo trato de “respeto comunitario” que se le da al metro, muchos de los subnormales que se sentirán hiperealizados rayando este bien público olvidan que lejos de validar alguna tribu urbana o actuar contra el sistema, solamente están dando buenos motivos para subir el monto del pasaje.
También es deseable que en algún minuto demostremos que bajamos del árbol y nos acostumbremos a que semejantes máquinas no pueden parar donde nosotros deseemos por cuando eso significaría tener dos millones de paradas potenciales para una máquina de 30 toneladas a 50 Kmh, lo que no es de ninguna forma seguro.
Así, vemos como nace un intento más basado en la confianza de creer que el Chileno, al contrario de lo que demuestra, es menos bestia... o al menos puede redimirse.
Volvimos a casa hace poco rato. Estamos algo mareados porque cambiamos el cheesecake por unas cervezas.
Ahora vamosd av er una película antes de acostarnos. Está actuada por Geraldine Chaplin. Acá interpreta a Sor Teresa y la pasan en vigilia para la canonización del Padre Hurtado.
El papel le queda perfecto, Como es una chica huesuda y terriblemente gestual le da forma a un personaje encantador con su cuerpo frágil proyectando infinita fuerza.
Aunque por otra parte, Geraldine tiene una innegable cara de cuica, lo que la hace ver extraña, algo similar a lo que ocurriría viendo a Cruz-Coke interpretando a Verdejo de Topaze... freak.
Que el señor ilumine vuestras mentes y transantiago sea bien recibido.
Anuncio el inicio mi blog, dame una manito con el HTML si puedes.
Te adoro.
Posted by Melopomene | martes, octubre 25, 2005 2:30:00 a. m.