Bicivilizado
Este año he asumido una nueva condición. Ahora estoy acercándome a la actividad de movilizarme manteniendo el equilibro sobre dos ruedas.
Ahora último es lo que más me despeja, salgo temprano en la mañana y me pongo a pedalear entre las calles cortas.
Hasta le he tomado cariño a la chancha, la escogí porque me gusta mucho el modelo que evidentemente difiere mucho al que últimamente estamos acostumbrados a ver en las calles, me refiero a las mountain bikes.
Reconozco que a la chancha le doy un trato pesote, digno de una mountain, porque no voy por mi ruta evadiendo hoyos ni imperfecciones, al contrario pareciera que los busco, fenómeno debido en parte a mi miopía y a que sobre ruedas tiendo a creerme motocrosista. Claramente mi entrepierna sufre con ello, sobre todo cuando ignoro las cunetas y siento mis gónadas a la altura de la tráquea.
No tengo cojones como para meterme en vías grandes a pedalear y si lo hago, que sea siguiendo a un grupo de ciclistas para ir a modo de piquete. Una vez me tocó ver la siguiente escena... venía por sobre la acera pedaleando tranquilamente y noto que al centro de la calle adyacente venia tranquilamente un señor sobre su bicicleta. Recuerdo que la observé porque era una bicicleta muy antigua, añosa y algo roída, pero bonita. Tal vez era un recuerdo de una época anterior y se resistía a cambiarla pues a pesar de sus años el artilugio aún cumplía.
Lo adelanté y me despreocupé de el hasta mi regreso por el mismo camino, cuando veo una aglomeración de personas en la calle, la bicicleta tirada en el pavimento y el señor siendo atendido por los transeúntes. Un poco más atrás, unos metros tal vez un motorista de carabineros haciendo aceleradas diligencias con su radio en mano.
-¿Qué pasó?, le pregunté a uno de los curiosos que miraba junto a mi.
-No sé bien, parece que el paco en moto lo pasó a llevar y el viejito cayó seco al suelo.
Ahora último es lo que más me despeja, salgo temprano en la mañana y me pongo a pedalear entre las calles cortas.
Hasta le he tomado cariño a la chancha, la escogí porque me gusta mucho el modelo que evidentemente difiere mucho al que últimamente estamos acostumbrados a ver en las calles, me refiero a las mountain bikes.
Reconozco que a la chancha le doy un trato pesote, digno de una mountain, porque no voy por mi ruta evadiendo hoyos ni imperfecciones, al contrario pareciera que los busco, fenómeno debido en parte a mi miopía y a que sobre ruedas tiendo a creerme motocrosista. Claramente mi entrepierna sufre con ello, sobre todo cuando ignoro las cunetas y siento mis gónadas a la altura de la tráquea.
No tengo cojones como para meterme en vías grandes a pedalear y si lo hago, que sea siguiendo a un grupo de ciclistas para ir a modo de piquete. Una vez me tocó ver la siguiente escena... venía por sobre la acera pedaleando tranquilamente y noto que al centro de la calle adyacente venia tranquilamente un señor sobre su bicicleta. Recuerdo que la observé porque era una bicicleta muy antigua, añosa y algo roída, pero bonita. Tal vez era un recuerdo de una época anterior y se resistía a cambiarla pues a pesar de sus años el artilugio aún cumplía.
Lo adelanté y me despreocupé de el hasta mi regreso por el mismo camino, cuando veo una aglomeración de personas en la calle, la bicicleta tirada en el pavimento y el señor siendo atendido por los transeúntes. Un poco más atrás, unos metros tal vez un motorista de carabineros haciendo aceleradas diligencias con su radio en mano.
-¿Qué pasó?, le pregunté a uno de los curiosos que miraba junto a mi.
-No sé bien, parece que el paco en moto lo pasó a llevar y el viejito cayó seco al suelo.