Quién quiere ser presidente?
Un poco pasado de las 22 horas prendí un rato la Tv y me topé con lo que creí era la vuelta de “Quien quiere ser millonario” en la señal nacional. Durante los primeros minutos solo era una forma de hacerme compañía porque la verdad estaba más entretenido leyendo unas viejas revistas que encontré en mi casa (HCH, “Hecho en Chile” del 2003, no sé si estará en circulación aún), pero comencé a notar unas cuantas diferencias a través del rabillo de mi ojo.
El formato habia cambiado un tanto con respecto de su formato original; acá eran dos conductoras que no decían “Adiós” despectivamente y algunos de los participantes sonaban más amenazadores que quienes hacían las preguntas.
Uch! Era el debate. Me quedé a verlo.
En rasgos generales me parece que ninguno de los candidatos se distanció mucho de las formas que cada uno ha demostrado en estas ultimas semanas, esto quiere decir que Lavín sigue empecinado en tomar una pose de estadista que por hacerse sobre el final parece más bien una medida desesperada. Es un candidato ajado por sus años de carrera presidencian no precisamente discretos mediáticamente.
Por su parte Tomás Hirsch se muestra fortalecido teniendo la misma cantidad de tiempo que Lavín en competencia. Me parece un sujeto sólido, pero aún embuido con algunas añejas poses atávicas de Mayo del 68 de las que la izquierda aún no se despercude y que solo actuan como lastre. Aunque reconozco que el tiempo le hace bien a la opción humanoide, cada día me parecen más viables.
El caso de la tía Michelle tiene varias aristas, por una parte resulta necesario reconocer las garantías que teóricamente nos da su curriculum y además podríamos decir que le resulta beneficioso tener el aura simbólica de ser hija de militar, torturada en dictadura y amén de ser mujer, todo lo cual le colocaría en una posición ventajosa. De entre todos los candidatos, es la más afín con las ideas de nuestro actual presidente, así que se le puede considerar como una suerte de heredera directa aunque tiene una diferencia sustancial.
Ricardo Lagos ha demostrado que pese a defender a viva voz la democracia en su momento, reconoce, valora y sabe utilizar la técnica de encabronarse cuando la ocasión lo amerita. Este rasgo se valora cuando se utiliza con sapiencia y es sepultado por completo en la imagen candidata Bachelet y su eterna voluntad de consultarlo todo.
Finalmente Sebastián Piñera me parece sumamente interesante como ideólogo más tengo dudas sobre su desempeño como presidente. Sus propuestas me parecen coherentes y razonables, bastante cercano a lo que espero de la derecha, pero aún me penan los ecos que hace años salieron de esa ordinaria radio Kioto, así también no me abstraigo de los razonables resquemores respecto de darle la posibilidad de poder a quien ya lo tiene mediante empresas.
Aunque, intentando ofrecer otra visión de esa situación, tampoco creo posible que Sebastián pudiera alimentar intereses personales de manera oscura o desmedida sabiéndose tan observado precisamente por su misma condición de empresario.
Al final, el debate no hizo más que dejarme más dudas respecto de quien escogeré. Me debato entre dos candidatos. Lo que tiene uno no lo tiene el otro y viceversa. Eso se me vuelve un eterno circulo vicioso de reflexiones que tampoco me despejan mucho.
De facto... de debate acá no hubo mucho. Dónde está la contraposición de ideas en donde el más vivo gana?, porque esto fué como muchos dicen una suerte de exámen oral tomado por dols profesoras. La verdad es que fué una lata; en un verdadero debate lo que los espectadores esperan encontrar es la reacción de los postulantes frente a lo inesperado y contar con un nuevo referente al momento de elegir.
El formato habia cambiado un tanto con respecto de su formato original; acá eran dos conductoras que no decían “Adiós” despectivamente y algunos de los participantes sonaban más amenazadores que quienes hacían las preguntas.
Uch! Era el debate. Me quedé a verlo.
En rasgos generales me parece que ninguno de los candidatos se distanció mucho de las formas que cada uno ha demostrado en estas ultimas semanas, esto quiere decir que Lavín sigue empecinado en tomar una pose de estadista que por hacerse sobre el final parece más bien una medida desesperada. Es un candidato ajado por sus años de carrera presidencian no precisamente discretos mediáticamente.
Por su parte Tomás Hirsch se muestra fortalecido teniendo la misma cantidad de tiempo que Lavín en competencia. Me parece un sujeto sólido, pero aún embuido con algunas añejas poses atávicas de Mayo del 68 de las que la izquierda aún no se despercude y que solo actuan como lastre. Aunque reconozco que el tiempo le hace bien a la opción humanoide, cada día me parecen más viables.
El caso de la tía Michelle tiene varias aristas, por una parte resulta necesario reconocer las garantías que teóricamente nos da su curriculum y además podríamos decir que le resulta beneficioso tener el aura simbólica de ser hija de militar, torturada en dictadura y amén de ser mujer, todo lo cual le colocaría en una posición ventajosa. De entre todos los candidatos, es la más afín con las ideas de nuestro actual presidente, así que se le puede considerar como una suerte de heredera directa aunque tiene una diferencia sustancial.
Ricardo Lagos ha demostrado que pese a defender a viva voz la democracia en su momento, reconoce, valora y sabe utilizar la técnica de encabronarse cuando la ocasión lo amerita. Este rasgo se valora cuando se utiliza con sapiencia y es sepultado por completo en la imagen candidata Bachelet y su eterna voluntad de consultarlo todo.
Finalmente Sebastián Piñera me parece sumamente interesante como ideólogo más tengo dudas sobre su desempeño como presidente. Sus propuestas me parecen coherentes y razonables, bastante cercano a lo que espero de la derecha, pero aún me penan los ecos que hace años salieron de esa ordinaria radio Kioto, así también no me abstraigo de los razonables resquemores respecto de darle la posibilidad de poder a quien ya lo tiene mediante empresas.
Aunque, intentando ofrecer otra visión de esa situación, tampoco creo posible que Sebastián pudiera alimentar intereses personales de manera oscura o desmedida sabiéndose tan observado precisamente por su misma condición de empresario.
Al final, el debate no hizo más que dejarme más dudas respecto de quien escogeré. Me debato entre dos candidatos. Lo que tiene uno no lo tiene el otro y viceversa. Eso se me vuelve un eterno circulo vicioso de reflexiones que tampoco me despejan mucho.
De facto... de debate acá no hubo mucho. Dónde está la contraposición de ideas en donde el más vivo gana?, porque esto fué como muchos dicen una suerte de exámen oral tomado por dols profesoras. La verdad es que fué una lata; en un verdadero debate lo que los espectadores esperan encontrar es la reacción de los postulantes frente a lo inesperado y contar con un nuevo referente al momento de elegir.