Durmiendo en casa'jena
Has dormido en casa’jena muchas veces cierto?
Cuando uno duerme en casa’jena casi por definición se entiende que se trata de un sitio amistoso, agradable y cálido. Algo hay de atractivo que logra que nos quedemos sin rechistar en un lugar forastero...
Eso, hasta que duermes con alguien que tiene una pecera en la pieza...
Sí, ya había estado antes allí, pero estaba tan cansado que me dormí de golpe. Casi diría que ingresé dormido a esa habitación.
Pero ahora fue distinto.
Pasé a hacer una visita y recibí una invitación.
Compremos algo para comer y veamos tele.
Ok...
Comimos y vimos tele.
Hablamos.
Escuchamos música y hablamos.
Nos dio sueño, nos acostamos a dormir
Hubiera podido, pero estaba la pecera. Allí, ocupando su rincón artero al lado del escritorio y con dos aspirantes a anchoa de pizza en su interior. El eterno sonido de las burbujas se me hacía insufrible.
Es cierto que seré feliz durmiendo con un metrónomo a mi lado, al igual que un personaje de “Seven” porque se trata de un ritmo monótono e hipnótico, pero la bullita de las burbujitas me exaspera. No sé si es porque me trae imágenes del Kursk o es una llamada primitiva para que inconscientemente a mis 24 años me haga pis sobre un colchón extraño.
El hecho es que la mentada pecera se hacía magna y desconcertante. Omnipresente. Si no era el ruido de sus burbujas psicóticas era el reflejo cobalto de su luz tiñendo mi cara.
-Pssst! Pssssst... disculpa, pero la pecera..
-ah?... qué pasó con la pecera?...
-Se pueden cortar sus burbujas?. Es que no me dejan dormir?
-Es que eso oxigena el agua... tu cachai
-Sí, claro. Y la luz?
-Si apago esa luz se apaga el filtro.
-...
Pescados cule*** !!
Si el kilo de reineta vale $1700, esas cosas no saldrían más allá de $500...
¡¡ Y TIENEN MÁS DERECHO A DORMIR QUE YO!!
Cuando uno duerme en casa’jena casi por definición se entiende que se trata de un sitio amistoso, agradable y cálido. Algo hay de atractivo que logra que nos quedemos sin rechistar en un lugar forastero...
Eso, hasta que duermes con alguien que tiene una pecera en la pieza...
Sí, ya había estado antes allí, pero estaba tan cansado que me dormí de golpe. Casi diría que ingresé dormido a esa habitación.
Pero ahora fue distinto.
Pasé a hacer una visita y recibí una invitación.
Compremos algo para comer y veamos tele.
Ok...
Comimos y vimos tele.
Hablamos.
Escuchamos música y hablamos.
Nos dio sueño, nos acostamos a dormir
Hubiera podido, pero estaba la pecera. Allí, ocupando su rincón artero al lado del escritorio y con dos aspirantes a anchoa de pizza en su interior. El eterno sonido de las burbujas se me hacía insufrible.
Es cierto que seré feliz durmiendo con un metrónomo a mi lado, al igual que un personaje de “Seven” porque se trata de un ritmo monótono e hipnótico, pero la bullita de las burbujitas me exaspera. No sé si es porque me trae imágenes del Kursk o es una llamada primitiva para que inconscientemente a mis 24 años me haga pis sobre un colchón extraño.
El hecho es que la mentada pecera se hacía magna y desconcertante. Omnipresente. Si no era el ruido de sus burbujas psicóticas era el reflejo cobalto de su luz tiñendo mi cara.
-Pssst! Pssssst... disculpa, pero la pecera..
-ah?... qué pasó con la pecera?...
-Se pueden cortar sus burbujas?. Es que no me dejan dormir?
-Es que eso oxigena el agua... tu cachai
-Sí, claro. Y la luz?
-Si apago esa luz se apaga el filtro.
-...
Pescados cule*** !!
Si el kilo de reineta vale $1700, esas cosas no saldrían más allá de $500...
¡¡ Y TIENEN MÁS DERECHO A DORMIR QUE YO!!