Buster Keaton... the chosen one
Hasta hace un tiempo gustaba de las películas de Chaplin. El desplante gestual, la maximización del recurso físico como suplente del verbo es algo que me fascina y en sus filmes me parecía un recurso perfectamente trabajado.
Mediante mi abualo conocí algunas de sus películas cuando niño. Al principio me parecían lo más aburrido del mundo porque mi imaginario estaba ávido de Transformers, G.I Joes y cuanta cosa mientras más yankee ochentera existiera.
Pero luego me identifiqué con la gracia de la gestualidad, la de recrear el mundo haciendo de la tonalidad física un recurso tan extenso como sea la capacidad interpretativa de la persona.
Chaplin es básicamente gesto en rostro, destacado por el claroscuro de sus grabaciones, su cara y maquillaje se convertían en el lienzo perfecto para demarcar su semblante. Todo eso hacía de su rostro un elemento perfectamente desarrollado para la expresividad. Sus ojos delineados, sus cejas gruesas y su bigote recortado se conjugaban para crear gestos en la medida que la ocasión lo requiriera.
Hasta que me topé con Buster Keaton.
En comparación a Chaplin, Keaton conserva en una exquisita sobriedad ciertas características determinantes que me llevan a pensar que es una escuela por si solo. A medio camino entre el mimo y el payaso, toma elementos de ambos sin identificarse plenamente con ninguno.
En primer lugar basta con comparar las películas de Keaton con el resto de las comedias de su generación, frente a las cuales se distingue con facilidad porque no cae en la autorreferencia de las historias de Chaplin que se desarrollan básicamente en la suspensión del mentado personaje; por otra parte tampoco se puede relacionar directamente con el uso y abuso del “Slapstick” del que usufructúan “The Three Stoogies”. Muy por el contrario, las películas actuadas, escritas y dirigidas por Keaton se basan en los padecimientos de un sujeto neutro, de un personaje sin ton ni son que sufre diferentes avatares.
Pero Buster Keaton es mucho más que un mortal personaje siniestrado en sus películas. Gracias a su experiencia previa con el desarrollo del Teatro del Arte en las calles, su estado físico se hizo óptimo para desplegar complejas acrobacias y piruetas en sus películas. Eso más la gestualidad corporal empleada de manera prudente lo acerca un poco a las técnicas de Étienne Decroux y su teoría de la “mimesis corporal” en la que se hace a un lado el rostro y las manos, en pos de concentrarse en el trabajo del tronco y las extremidades.
Genial exponente del ejercicio de la máscara neutra (como en la escuela de Jacques Lecoq), con la impasibilidad de su rostro impertérrito gestaba medios de expresión más elaborados que los de Chaplin.
El verdadero mimo, no arremete, se ríe de si mismo y sin agredir a terceros se vuelve un vivo escarnio de su propia imagen.
Buster Keaton, el gesto en su expresión más equilibrada. Con su presencia no pretendía ni hacernos brotar sentidas lágrimas o sacarnos sonoras carcajadas. El buscó la gracia del simplemente sonreír, algo más duradero y real que otras sensaciones.
No me extraña que no tengas comentarios, y no porque sea malo lo que hayas escrito sino que porque la gente, en general, le tiene TERROR a la soledad.
Lo único que puedo decirte es que, cuando logras tener un romance contigo mismo es cuando otros llegan... por curioso que suene :)
Va a llegar el día en que encontrarás a esa partner y entonces te va a dar lo mismo todo el silencio de ahora.
Posted by galgata | miércoles, agosto 10, 2005 10:33:00 a. m.
Ohh.. ese éra para el post anterior.. jajajaja.
Acá venía a decir que me encanta Chaplin. Una vez incluso leí su autobiografía, y estaba muy bien escrita. Lamento, eso sí, sólo haber visto el gran dictador pero igual gocé con la escena de él comiéndose un zapato hervido, como un pescado jajaja..
Al otro jamás lo he escuchado.
Posted by galgata | miércoles, agosto 10, 2005 10:36:00 a. m.
Te agradezco esas primeras líneas. El concepto del romance con uno mismo me parece genial. Eso sí hay que cuidarse de la egolatría y la arrogancia. Le daré unas vueltas para postergar un rato mi HaraKiri.
Sobre Chaplin... no he leído su autobiografía, pero el hecho de que tenga la calidad de "auto" me confirma su imagen de arrogante y autorreferente que tengo, lo que en si no es malo... Cassius Clay también era así y vaya que era un personaje atractivo.
Genio y figura.
Posted by Morgendorffer | jueves, agosto 11, 2005 1:08:00 a. m.