Trapenses
Recuerdo cuando hace un tiempo hablaba con un Profesor, de eso ya hace unos años, y en esa conversación, que había partido como una minucia, llegamos a hablar explícitamente sobre la manera de llenar nuestros espíritus. Él se sorprendió cuando le dije que temía que una situación ideal de satisfacción fuera hacerme Monje Trapense.
Me sorprendió cuando este profesor, a quién por sobre todo considero una bestia del pensamiento ágil, solo atinó a comentar:
- Pero... los trapenses no hablan.
Como si esa fuera una característica de la cual yo no estaba enterado.
He allí mi punto estimado profesor...
Tal vez en ese momento lo deje entrever como una sentida queja subconsciente respecto de un par de situaciones que había vivido en su momento.
Aún así, no deja de ser una idea que me conmueve profundamente.
Los trapenses mediante el voto de silencio se concentran en la búsqueda de su Dios, de su motivación superior y de, porque no decirlo, su opio.
Creo que mi motivación superior es la idea de ser una buena persona, idea que lamentablemente ha de darse constantes cabezazos contra vuestros prejuicios, su estrechez de mente y ese egoísmo estúpido que representa tan bien a la raza humana. No están siendo consecuentes con vuestra necesidad de trascender a lo visible, a menos que dicha inquietud no la hayan tenido nunca.
Así como los monjes se consagran a la idea de la voluntad de Dios, yo he de hacerlo con la idea de no molestar, ni menos hacer sentir como yo me he sentido.
Sí, soy cierto de que es imposible salvar a la raza humana de su autodestructiva necedad y, por lo pronto, poco me importa. Pero, creo que es perfectamente concebible la imagen de contribuir a quienes separo del resto (y por ende tengo en alta estima) aportando algo distinto a la indiferencia, el descuido, o la inquina... siempre hay alguien dispuesto a ser dadivoso en eso ;)
Claro que muchas veces me distancio vergonzosamente de tal motivación, pero, así también, en innumerables ocasiones creo que la batalla está perdida. Que siendo un pedestre puta madre sería más fácil y beneficioso para mi úlcera. Así veo cercana la dimisión y creo que tal vez en silencio podría cultivar de mejor forma mi persona que cuando estoy inmerso en la siempre agotadora rutina circense de las relaciones interpensonales. Posiblemente sea cierto que pueda ser mejor persona fuera del circuito que adentro.
El silencio pasaría de ser una característica a ser una opción. Tal vez la mudez será capaz de llenar algunas cavernosidades que siguen vacías en el alma.
Esa reserva absoluta habría de acércame a un óptimo nivel de contemplación sobre las cosas y quizás consiga pulir el nivel de mis relaciones interpersonales.
Pero, finalmente, comprendo que el silencio sería una señal absoluta de egoísmo y falta de compromiso frente quienes aprecio, con el quedaría en evidencia que la necesidad de encontrar un punto de buena entrega hacia los que estimo ha terminado con frustración.
Profe! olvidé algo, la vida fuera de la cáscara no es nada cordial, pero sí la podemos hacer presentable... los trapenses no ríen.
“La risa es locura y nos pierde la esencia”
Salomón. Cuadernos Monásticos 95
Me sorprendió cuando este profesor, a quién por sobre todo considero una bestia del pensamiento ágil, solo atinó a comentar:
- Pero... los trapenses no hablan.
Como si esa fuera una característica de la cual yo no estaba enterado.
He allí mi punto estimado profesor...
Tal vez en ese momento lo deje entrever como una sentida queja subconsciente respecto de un par de situaciones que había vivido en su momento.
Aún así, no deja de ser una idea que me conmueve profundamente.
Los trapenses mediante el voto de silencio se concentran en la búsqueda de su Dios, de su motivación superior y de, porque no decirlo, su opio.
Creo que mi motivación superior es la idea de ser una buena persona, idea que lamentablemente ha de darse constantes cabezazos contra vuestros prejuicios, su estrechez de mente y ese egoísmo estúpido que representa tan bien a la raza humana. No están siendo consecuentes con vuestra necesidad de trascender a lo visible, a menos que dicha inquietud no la hayan tenido nunca.
Así como los monjes se consagran a la idea de la voluntad de Dios, yo he de hacerlo con la idea de no molestar, ni menos hacer sentir como yo me he sentido.
Sí, soy cierto de que es imposible salvar a la raza humana de su autodestructiva necedad y, por lo pronto, poco me importa. Pero, creo que es perfectamente concebible la imagen de contribuir a quienes separo del resto (y por ende tengo en alta estima) aportando algo distinto a la indiferencia, el descuido, o la inquina... siempre hay alguien dispuesto a ser dadivoso en eso ;)
Claro que muchas veces me distancio vergonzosamente de tal motivación, pero, así también, en innumerables ocasiones creo que la batalla está perdida. Que siendo un pedestre puta madre sería más fácil y beneficioso para mi úlcera. Así veo cercana la dimisión y creo que tal vez en silencio podría cultivar de mejor forma mi persona que cuando estoy inmerso en la siempre agotadora rutina circense de las relaciones interpensonales. Posiblemente sea cierto que pueda ser mejor persona fuera del circuito que adentro.
El silencio pasaría de ser una característica a ser una opción. Tal vez la mudez será capaz de llenar algunas cavernosidades que siguen vacías en el alma.
Esa reserva absoluta habría de acércame a un óptimo nivel de contemplación sobre las cosas y quizás consiga pulir el nivel de mis relaciones interpersonales.
Pero, finalmente, comprendo que el silencio sería una señal absoluta de egoísmo y falta de compromiso frente quienes aprecio, con el quedaría en evidencia que la necesidad de encontrar un punto de buena entrega hacia los que estimo ha terminado con frustración.
Profe! olvidé algo, la vida fuera de la cáscara no es nada cordial, pero sí la podemos hacer presentable... los trapenses no ríen.
“La risa es locura y nos pierde la esencia”
Salomón. Cuadernos Monásticos 95