Colgado en la Horca
El fin de semana colgaron al barbudo de Saddam y un par de días después ya estaba el video disponible.
De los pocos minutos que dura este video, lo que más llama la atención es que se le ejecuta en medio de su última plegaria. Esto da para pensar, a quienes consideramos la pena de muerte como una posibilidad cuando se dan ciertos factores, que de aplicarse, debe hacerse manteniendo ciertas consideraciones que mantengan su calidad de máximo castigo y no la conviertan en venganza.
Era necesaria?
Ciertamente, pues siguiendo las ideas de Cesare Beccaria, la pena de muerte es una señal que transmite dos conceptos:
-Una lucha de todo un pueblo en contra de un individuo.
-La incapacidad de un sistema jurídico, que no encuentra otra solución mejor a esta situación.
Conceptos perfectamente admisibles en el contexto del juicio a Saddam Hussein, el primero representado en el ánimo del victimizado pueblo iraquí , mientras que el segundo concepto queda validadp al considerar que el sistema jurídico iraquí es un modelo de reciente existencia, que copia ejemplos de otros modelos y los mezcla con costumbres propias de la nación, lo que lo hace poco viable al momento de ejecutar castigos que puedan resarcir individuos y faltas en paralelo.
Y la forma?
Jamás habrá acuerdo en qué manera es la más idónea para acabar con una persona, pero ciertamente existen mejores maneras que el aplastamiento por elefante, el garrote vil o la muerte por mil cortes.
Suponemos que la elección del ahorcamiento obedece a una suma de factores costumbristas como del orden logístico. Descontado lo anterior, el procedimiento es considerado uno de los más eficaces.
Ahora bien, al momento de aplicar la pena máxima, esa que supuestamente es la paga que satisface nuestras ansias de justicia, cabe aceptar puntuales salidas de madre por parte de quienes aplican castigos?.
Eso de ver a los ejecutores discutiendo con un sentenciado, bailando sobre su cadáver y lo más chocante abriéndole el piso justo en el momento en que el condenado eleva su última plegaria hace que la pena de muerte pierda su condición de manifestación del Estado y lo convierte en una expresión propia de personajes sedientos de venganza cargada al paroxismo.
En primer lugar, la pena de muerte no debería considerarse de la misma manera que a otras formas de castigo pues el concepto que comunica, ni sus pretensiones son las mismas.
En formas generales las penas se consideran como formas de reacción del Estado frente al delito. Para el grueso de las formas de castigo, sus pretensiones son lograr que el infractor vuelva a violar la ley y persuadir a los ciudadanos de repetir similares actos
y por su parte, las penas capitales son castigos a crímenes tan brutales que merecen la decapitación. Eso, según su sentido etimológico.
Por lo tanto, siendo la pena de muerte una acción Estatal frente a actos que considera deleznables cabe esperar que el mismo Estado se preocupe de presentarse con una imagen de digno ejecutor, sin caer en exabruptos y procurando la discreción. A modo de comunicar que se está aplicando una severa sanción según el marco legal estipulado para ello y no que se busca curar con sangre las heridas existentes.
De los pocos minutos que dura este video, lo que más llama la atención es que se le ejecuta en medio de su última plegaria. Esto da para pensar, a quienes consideramos la pena de muerte como una posibilidad cuando se dan ciertos factores, que de aplicarse, debe hacerse manteniendo ciertas consideraciones que mantengan su calidad de máximo castigo y no la conviertan en venganza.
Era necesaria?
Ciertamente, pues siguiendo las ideas de Cesare Beccaria, la pena de muerte es una señal que transmite dos conceptos:
-Una lucha de todo un pueblo en contra de un individuo.
-La incapacidad de un sistema jurídico, que no encuentra otra solución mejor a esta situación.
Conceptos perfectamente admisibles en el contexto del juicio a Saddam Hussein, el primero representado en el ánimo del victimizado pueblo iraquí , mientras que el segundo concepto queda validadp al considerar que el sistema jurídico iraquí es un modelo de reciente existencia, que copia ejemplos de otros modelos y los mezcla con costumbres propias de la nación, lo que lo hace poco viable al momento de ejecutar castigos que puedan resarcir individuos y faltas en paralelo.
Y la forma?
Jamás habrá acuerdo en qué manera es la más idónea para acabar con una persona, pero ciertamente existen mejores maneras que el aplastamiento por elefante, el garrote vil o la muerte por mil cortes.
Suponemos que la elección del ahorcamiento obedece a una suma de factores costumbristas como del orden logístico. Descontado lo anterior, el procedimiento es considerado uno de los más eficaces.
Ahora bien, al momento de aplicar la pena máxima, esa que supuestamente es la paga que satisface nuestras ansias de justicia, cabe aceptar puntuales salidas de madre por parte de quienes aplican castigos?.
Eso de ver a los ejecutores discutiendo con un sentenciado, bailando sobre su cadáver y lo más chocante abriéndole el piso justo en el momento en que el condenado eleva su última plegaria hace que la pena de muerte pierda su condición de manifestación del Estado y lo convierte en una expresión propia de personajes sedientos de venganza cargada al paroxismo.
En primer lugar, la pena de muerte no debería considerarse de la misma manera que a otras formas de castigo pues el concepto que comunica, ni sus pretensiones son las mismas.
En formas generales las penas se consideran como formas de reacción del Estado frente al delito. Para el grueso de las formas de castigo, sus pretensiones son lograr que el infractor vuelva a violar la ley y persuadir a los ciudadanos de repetir similares actos
y por su parte, las penas capitales son castigos a crímenes tan brutales que merecen la decapitación. Eso, según su sentido etimológico.
Por lo tanto, siendo la pena de muerte una acción Estatal frente a actos que considera deleznables cabe esperar que el mismo Estado se preocupe de presentarse con una imagen de digno ejecutor, sin caer en exabruptos y procurando la discreción. A modo de comunicar que se está aplicando una severa sanción según el marco legal estipulado para ello y no que se busca curar con sangre las heridas existentes.